Oscar y su nueva vida
"I'm sorry to hear the karma cake you baked yourself isn't tasting as good as you expected. Perhaps a nice glass of "I told you so" will help wash it down"
Oscar Wild ("wild" por salvaje, no Wilde como el escritor) Es el viejo gato de Big (yo también tengo un BIG love).
Lo poco que sé de la historia de Oscar es que fué apartado de su camada cuando todavía era tan pequeñito que mamá gata no alcanzó a enseñarle las habilidades sociales elementales que le permitieran vincularse con otros gatitos y mucho menos con seres humanos.
Como consecuencia de esto, Oscar Wild es un gato neurótico y bastante paranoico que suele creer que cualquier movimiento o ausencia de movimiento en su entorno tiene algo que ver con él y desde que lo conozco, sencillamente se ha ensañado cruzándole arañazos a quien se atreva a acercarse a su metro cuadrado. Las buenas intenciones tampoco sirven de nada: tratar de aguachar al minino con mimos y regaloneo podrian terminar en accidente y ni siquiera mi astuto intento de sobornarlo con catnip (hierba gatera) dio buenos resultados.
Muchas veces intentamos hacerlo entrar en razón pero el último tiempo, desistimos y decidimos sencillamente encerrarlo cuando había personas en casa.
La culminación de la tiranía de Oscar, sucedió una noche después de clases. Para no extenderme demasiado, lo que ocurrió fue que atacó a mi suegra y esa noche la tuvimos que pasar en el hospital para que recibiera atención médica y le suturaran la herida con algunos puntos.
En cuestión de horas, se decidió que Oscar debería enfrentar al verdugo que se encargaría de terminar con su reinado del terror por siempre jamás.
Sin embargo el buen corazón de mi Big (lo amo) rescató a Oscar de su fatídico destino y se lo llevó-nominado por convivencia- a mi departamento, por el fin de semana, hasta que encontráramos una solución que le permitiera al minino llegar al final de sus días y despedirse de su existencia siendo ya anciano.
Oscar se quedó castigado en la terraza. Me apiadé de él porque eran días fríos y le improvisé una cama con guatero y frazadas.
Ya han pasado algunas semanas desde que Oscar le fue perdiendo el pavor a su nueva residencia y sus habitantes (todas mujeres, incluidas dos gatas) y hoy circula libremente por todas partes, cola enhiesta, nuevo pelaje.
Lo divertido de esta historia es que aunque nadie de los que conocieron a Oscar puede creerlo, la verdad es que está convertido en un caballero. Creo que el mérito de todo lo tienen mis gatas que han resultado ser un par de brujas que le gritan todo el día y si tienen la oportunidad, le tiran su manotazo. Sí, a él que era el amo y señor de su palacio. Que no toleraba a nadie cerca suyo y le importaba un huevo ser la piedra en el zapato de quien fuera. Que dormía donde se le cantaba y que sólo comía comida en paté.
El mismo Oscar que era un arrogante, prepotente y pequeño tirano que se ganaba el respeto a punta de terror.
Hoy Oscar es un gato bastante sumiso, que anda con cuidado por la casa, tratando de no ser visto. Que hace intentos por establecer una comunicación civilizada con las brujas -sin éxito, por cierto- que come lo que le dan y lo pide con humildad, que se deja acariciar bastante y hasta permite que lo tome en brazos.
A ratos me da un poco de pena verlo tan de capa caída pero luego me acuerdo de que este Karma Cake se lo hizo solito y ahora se lo está comiendo a diario, junto con mis gefilte fish y otros deleites de gato judío que le hacen la vida a cuadros un poco -solo un poquito- más grata.
Final feliz y gato en vías de rehabilitación.
La culminación de la tiranía de Oscar, sucedió una noche después de clases. Para no extenderme demasiado, lo que ocurrió fue que atacó a mi suegra y esa noche la tuvimos que pasar en el hospital para que recibiera atención médica y le suturaran la herida con algunos puntos.
En cuestión de horas, se decidió que Oscar debería enfrentar al verdugo que se encargaría de terminar con su reinado del terror por siempre jamás.
Sin embargo el buen corazón de mi Big (lo amo) rescató a Oscar de su fatídico destino y se lo llevó-nominado por convivencia- a mi departamento, por el fin de semana, hasta que encontráramos una solución que le permitiera al minino llegar al final de sus días y despedirse de su existencia siendo ya anciano.
Oscar se quedó castigado en la terraza. Me apiadé de él porque eran días fríos y le improvisé una cama con guatero y frazadas.
Ya han pasado algunas semanas desde que Oscar le fue perdiendo el pavor a su nueva residencia y sus habitantes (todas mujeres, incluidas dos gatas) y hoy circula libremente por todas partes, cola enhiesta, nuevo pelaje.
Lo divertido de esta historia es que aunque nadie de los que conocieron a Oscar puede creerlo, la verdad es que está convertido en un caballero. Creo que el mérito de todo lo tienen mis gatas que han resultado ser un par de brujas que le gritan todo el día y si tienen la oportunidad, le tiran su manotazo. Sí, a él que era el amo y señor de su palacio. Que no toleraba a nadie cerca suyo y le importaba un huevo ser la piedra en el zapato de quien fuera. Que dormía donde se le cantaba y que sólo comía comida en paté.
El mismo Oscar que era un arrogante, prepotente y pequeño tirano que se ganaba el respeto a punta de terror.
Hoy Oscar es un gato bastante sumiso, que anda con cuidado por la casa, tratando de no ser visto. Que hace intentos por establecer una comunicación civilizada con las brujas -sin éxito, por cierto- que come lo que le dan y lo pide con humildad, que se deja acariciar bastante y hasta permite que lo tome en brazos.
A ratos me da un poco de pena verlo tan de capa caída pero luego me acuerdo de que este Karma Cake se lo hizo solito y ahora se lo está comiendo a diario, junto con mis gefilte fish y otros deleites de gato judío que le hacen la vida a cuadros un poco -solo un poquito- más grata.
Final feliz y gato en vías de rehabilitación.
Amé este post sobre el karma cake!
ResponderEliminarPero sobre todo esta frase: "(...) y otros deleites de gato judío que le hacen la vida a cuadros un poco -solo un poquito- más grata."